Está considerada una de las 200 mejores canciones del pop rock español. Cuando Antonio Flores debutó en 1980 con 18 años no lo tenía fácil para hacer valer su condición de rockero auténtico: procedía de la aristocracia folclórica y lo que imperaba en esos días era el pop colorista de la nueva ola.
Lo primero lo compensó borrando su apellido del disco, y lo segundo lo combatió con canciones.
Pongamos que hablo de Madrid estaba escrita por un Joaquín Sabina recién fichado por la misma discográfica. Antonio hizo suya esta canción dedicada a la ciudad donde nació, que se convirtió en uno de los primeros éxitos, junto a No dudaría.