El pictograma no deja lugar a dudas: prohibido ventosearse. Y si lo encuentra dentro de un taxi, ya sabe que la veda es para el interior. No es una prohibición recogida por ley ni le multarán si se le escapa un pedo, pero, por educación y repulsión, muchos taxistas de la capital comienzan a sumarse a la inclusión de estas pegatinas en el interior y exterior de sus vehículos.
«El habitáculo de un taxi da para mucho. Hacemos de psicólogos. Tenemos una labor social no reconocida de mérito al paciente. También nos toca soportar a los cerdos que se ahuecan y se tiran un cuesco. Alguno se ha pegado un bufo en el coche que lo he acabado echando. Lo malo es que cuando sube otro cliente se piensa que has sido tú», manifiesta Ángel Julio Mejía, delegado de Paradas y Situación de la Gremial del Taxi.