Coger el tren para desplazarse al trabajo, a la universidad… suele convertirse en una rutina
que cada persona aprovecha de la mejor manera: leyendo, escuchando música, mirando una
película en el Ipad o simplemente durmiendo. No obstante esta monotonía en ocasiones
se ve alterada por las personas que han hecho del tren su lugar de trabajo ya sean músicos
callejeros, vendedores de pañuelos, de pulseras… y de abrazos. Sí, abrazos.
Hace variospocos días vi en el telediario cómo una mujer disfrazada de payasa se subió a un
tren, y entró en el vagón repartiendo pequeños cupcakes y causando sonrisas. Al finalizar su
“espectáculo” alzó la voz para anunciar que quien quisiera podía darle algo a cambio. “Estoy
abierta a recibir dinero, una oportunidad de trabajo, un regalo… e incluso un abrazo”.
Fue entonces cuando la magia sucedió y un hombre que hasta entonces se había mantenido
ajeno a la escena se levantó y exclamó: “Yo quiero darte un abrazo”. Fue un momento mágico.
Dos desconocidos abrazándose y todo el vagón aplaudiendo. Y es que a veces, todo lo que se
necesita para poder seguir adelante es un abrazo.
Cuando éramos niños, y nos hacíamos daño, un simple abrazo servía para tranquilizarnos y
calmar el dolor. A medida que crecemos nos tenemos que enfrentar a otro tipo de dolor: el
emocional, como, por ejemplo, una ruptura sentimental y ¿a caso en esa situación un abrazo
de un amigo no ayuda? Gracias a los abrazos nos sentimos acompañados, comprendidos,
protegidos y reconfortados. Es por todo esto que cuando alguien que queremos se siente mal,
instintivamente, le ofrecemos un abrazo y cuando somos nosotros los que necesitamos uno y
no hay nadie alrededor, el simple hecho de abrazar un cojín, un peluche o incluso un árbol, nos
reconforta.
No obstante, detrás de los abrazos hay una ciencia. Una frase famosa de un psicoterapeuta de
Virginia es: “Necesitamos 4 abrazos al día para sobrevivir, 8 para mantenernos y 12 para poder
crecer”. El número de abrazos no ha sido probado científicamente, pero sí que existen pruebas
que evidencian la importancia de los abrazos y el contacto físico.
Recientemente, investigadores de la Universidad de Carolina del Norte, descubrieron que
incluso un abrazo breve, por ejemplo uno de tan solo veinte segundos de duración, de un
compañero puede reducir los niveles de cortisol, una hormona que contribuye a generar
estrés. Además, aparte de reducir el nivel de estrés, los abrazos también reducen la presión
sanguínea. Así pues, un abrazo es realmente beneficioso para el corazón, tanto físicamente
como emocionalmente.
A todos nos sonará, un vídeo de Youtube que, hace unos años, se hizo viral. El protagonista,
Juan Mann, sujetaba un cartel en el que ponía “Abrazos gratis” en una plaza pública.
Tristemente, pasaron varios minutos hasta que alguien aceptó su oferta pero, una vez se
rompió el hielo, todo el mundo se unió a la causa. Finalmente la idea de Mann se transformó
en la campaña Abrazos Gratis. Esta anécdota demuestra lo mucho que necesitamos abrazos en
nuestra vida cotidiana.
No obstante, aparte de ofrecer abrazos a gente desconocida hay otras maneras de aumentar la
cantidad de abrazos que recibimos diariamente.
Se dice que la caridad empieza en casa, así que ¿por qué no empezar dando abrazos a la
gente con la que compartimos hogar? Abrazar a nuestros familiares o compañeros más
frecuentemente. La próxima vez que estemos en una fiesta, abrazar a la gente, siempre
respetando las distancias que marque cada persona, al saludarles o despedirles. En resumen:
aprovechar todas las oportunidades que se nos presenten para repartir abrazos sin olvidar a
nuestras mascotas pues se ha comprobado que acariciarlas, abrazarlas… previene y reduce la
depresión.
Finalmente otra buena idea para conseguir abrazos es, simplemente, pedirlos. Pocas veces
alguien rechazará tal petición. Los abrazos y el contacto físico son dos factores muy poderosos
y, muchas veces, son la solución a muchos de los problemas que tenemos.
¡Tal vez los abrazos puedan curar el mundo!
SEAN HAPPYS DANDO Y RECIBIENDO ABRAZOS
“Hay un traje que se amolda a todos los cuerpos, un abrazo”