Tatuarse los dientes con el rostro de Amy Winehouse, David Beckam o la mismísima reina Elisabeth puede parecer una extravagancia, pero es también una moda al alza que las nuevas téncias en odontología han hecho posible.
Se trata de ‘tatuajes’ no permanentes y cuya colocación no es dolorosa.
Primero empezaron a usarlo las adolescentes japonesas, que incluso se los hacían a juego con su manicura. Pero ahora se ha extendido y en Estados Unidos y Gran Bretaña están causando furor.No se hacen directamente sobre el esmalte de los dientes originales porque esto los dañaría para el futuro. Se trata de diseños que se aplican sobre implantes, fundas o carillas para no comprometer el esmalte.
El procedimiento es muy sencillo: primero el usuario elige el motivo que se quiere tatuar, el dentista realiza un molde del diente donde se va a aplicar y es sobre este material sobre el que se imprime el diseño. La colocación se realiza de la misma manera que lo haríamos con implante, funda o carilla y sus cuidados también son los mismos. Cuando te canses de tu diente tatuado, podrás quitar esa funda y volver a tu diente original si más complicaciones.